Usa las etiquetas con precaución

Hay muchos tipos de etiquetas. Algunas las utilizamos para describir como somos: soy desordenado, soy organizado, soy amable, soy timido, soy calmado, soy ansioso. Existen otras etiquetas para describir aquello a lo que nos dedicamos: soy fotógrafo, soy arquitecto, soy un escritor, soy educador, soy programador, soy banquero.

Las etiquetas nos ayudan a mostrarnos ante los demás y ante nosotros mismos. Aún cuando las etiquetas son útiles, y de hecho  indispensables como herramientas de comunicación, existe un problema en su uso. El problema con las etiquetas es que algunas personas las utilizan como si fuesen un hecho permanente. Ciertamente las etiquetas no son permanentes. Éstas nos ayudan a describirnos a nosotros mismos en un determinado momento en el tiempo.

Podemos decir por ejemplo que cuando fuimos niños éramos tímidos y temerosos; o por el contrario inquietos y agresivos. Y bien podemos ser en el presente personas completamente distintas.

Así como puede estar claro que las etiquetas en el carácter son transitorias y no verdades inmutables también podemos notar lo mismo en el ámbito de nuestra profesión. Hoy bien puedo dedicarme a un oficio, como la cocina, y dentro de unos años puedo estar trabajando en algo completamente distinto, como la construcción.

Es importante no identificarse con lo que uno se considera ser hoy. Cuando lo hacemos nos encarcelamos a nosotros mismos y encadenamos nuestro crecimiento y nuestras aspiraciones. Aquel que se considera a sí mismo como un perdedor está condenado, por propia mano, a serlo verdaderamente.

Afortunadamente el auto castigo no es eterno; éste sólo dura mientras uno mismo se aferra a ése pensamiento. Las cadenas que te condenan son imaginarias.

Para bien y para mal

Puedes etiquetarte tanto de manera negativa como positiva; con un defecto o una virtud. Del mismo modo que una etiqueta negativa permanente te provoca un daño personal, una etiqueta virtuosa tatuada en la piel puede hacerte un daño también.

El grabarte una etiqueta virtuosa puede cegarte ante los cambios. Si te consideras una persona sumamente limpia y ordenada puede llegar el momento en que no lo seas más. Pero bien puedes no ser capaz de verlo, puedes caer en la negación. Puedes perder la capacidad de juicio sobre tí mismo.


Soy una persona diferente cada día

Es importante recordar que las etiquetas que nos asignamos a nosotros mismos son temporales. Cada dia debemos recordar re-evaluar nuestras actitudes para evitar caer en la ceguera.


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