Una actitud indispensable

Una actitud indispensable para la práctica de amar es la actividad. He dicho antes que actividad no significa «hacer algo», sino una actividad interior, el uso productivo de los propios poderes. El dormir es la única situación apropiada para la inactividad; en el estado de vigilia no debe haber lugar para ella. 

La situación paradójica es que hoy en día la multitud de individuos están semidormidos durante el día, y semidespiertos cuando duermen o quieren dormir. Estar plenamente despierto es la condición para no aburrirnos o aburrir a los demás –y sin duda no estar o no ser aburrido es una de las condiciones fundamentales para amar-.

Ser activo en el pensamiento, en el sentimiento, con los ojos y los oídos, durante todo el día, evitar la pereza interior, sea que ésta signifique mantenerse receptivo, acumular o meramente perder el tiempo, es condición indispensable para la práctica del arte de amar.

Es una ilusión creer que se puede dividir la vida en tal forma que uno sea productivo en la esfera del amor e improductivo en las demás. La capacidad de amar exige un estado de intensidad, de estar despierto, de acrecentada vitalidad, que sólo puede ser el resultado de una orientación productiva y activa en muchas esferas de la vida.

Fromm, Erich. El arte de amar.





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